Nota y fotos: Inka Von Linden
El destino eligió por nosotros.
Perdimos el colectivo para ir al refugio del Cajón del Azul y como plan B tomamos el primer colectivo que
pasó. Así fue como la banda viajera, después de una hora, llegó a Epuyén.
Se trata de un pequeño pueblo que
pertenece a la Comarca andina del Paralelo 42 (grupo bioprovincial de parajes
cordilleranos) y está al noroeste de la provincia de Chubut. Se encuentra en
medio de naturaleza pura, entre valles con arroyos cristalinos y bosques de
cipreses, coíhues y maitenes.
Al caminar por Epuyén se podía sentir
la soledad. Y el silencio era interrumpido, cada tanto, por el trino de algún
pájaro. Nos instalamos en el camping Quimey antu, que salía 35 pesos el día.
Nuestra idea era quedarnos sólo una
noche, y terminaron siendo tres. Como había llevado poca ropa, ya que el plan A era subir el refugio del Cajón en el día,
tuve que improvisar y ponerme mi pañuelo de remera inventando varias formas, -¡utilísima
allá voy!-. También pudimos darle sentido a la carpa-mansión de Magui y Cifo,
porque no habíamos llevado nuestras carpas y terminamos durmiendo los 6 encarpados
como sardinas.¿Será posible que siempre en las carpas de 6 sólo entran 4?
La sorpresa fue que llegamos justo
para el 25º Encuentro provincial de artesanos. Una verdadera fiesta de creatividad,
en la que participaron más de cien artesanos de todo el país, para mostrar sus trabajos
en mosaico, textil, cerámica, soguería, metal, fieltro y vitrofusión. A su vez se podía disfrutar de espectáculos
musicales a cargo de grupos nacionales y regionales, y de exquisiteces caseras
en los puestos de comida que atendían pobladores de la localidad.
“Epuyén, un pueblo con identidad
artesanal”, era el lema del encuentro, que resume su objetivo de promover y
desarrollar la artesanía popular, rescatando las habilidades manuales, posibilitando
el intercambio de conocimientos y destacando los elementos de la cultura
regional.
Una de las actividades que contribuye
a este intercambio son los talleres artísticos que brindan los mismos
artesanos. Junto a otras 12 mujeres, terminamos con las manos en la lana mojada
con cola vinílica. ¡Eramos tantas, que no entrábamos en la mesa y nos peleábamos
por la lana! Guiadas por Muticia producimos fieltro, un textil cuya
característica principal es que para fabricarlo no se teje. Esta artesana
pizpireta de Trelew, convirtió hace dos años su hobby en profesión, y dedica la
mayor parte del día a la producción de todo tipo de objetos en fieltro. “Aprendí
la técnica con una profesora, y me gustó tanto que jamás paré de crear con este
material”, cuenta orgullosa. Desde mates hasta pantuflas, ¡esta es la reina patagónica
del fieltro!
También participamos del taller de
vitrofusión, en el que Liliana nos enseñó su pasión con toda la paciencia del
mundo. Hace 12 años, ella se jugó por
ser libre. Dejó la estabilidad de su trabajo de secretaria en una oficina en la
ciudad de Buenos Aires, para mudarse a Los Altares y vivir de su huerta y la
vitrofusión. Su puesto de artesanías se encuentra en la puerta de su casa.”
Levantarme cada mañana con la tranquilidad de mi patiecito y mi huerta, no
tiene precio”, dice. Es que justamente no se trata únicamente de un oficio, es un modo de vida.
El episodio “Jirafa”, nos sucedió paseando por
la feria con Jele. Caminábamos pausado, mirando con atención cada puesto y escuchando de fondo las bandas musicales. Los
artesanos observaban a mi amiga ,con curiosidad ya que con sus rasgos germanos
y un metro ochenta y ocho llamaba la atención inevitablemente.

En su puesto de telares, una jovencita algo
retacona y de abundantes rulos, no sólo se nos quedó mirando, sino que nos detuvo.
-
¿Les
puedo hacer una pregunta?- dijo con vergüenza-¿Me puedo sacar una foto con
ustedes?
-Mmm, sí- contesté entre risas, luego
de traducirle al alemán la pregunta a mi amiga- pero, ¿por qué razón te querés
sacar una foto con nosotras?
- ¡Por la altura de tu amiga!
Ligué la foto de rebote. La artesanita,
ya nos había visto en el camping y me comentó que el andar de Jele le hacía recordar
al de una jirafa, que con su cuello largo se desplaza con elegancia.
Consejo de mochilera principiante: No dejen nunca la comida fuera de la carpa, siempre puede venir algún perro malicioso y devorarles sus pizzas y papas asadas (como nos pasó a nosotros).
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